Dieciséis

Cuando tenía dieciséis años mi profesor de Filosofía me escribió la siguiente dedicatoria al final del curso: "Tú eres tu propio destino".

En su momento, creo que no la entendí bien. ¿Cómo podía ser dueña de mi destino si tenía muchos problemas familiares que me condicionaban sobremanera? ¿Si la elección de mi carrera ( Derecho), de mi futuro, en definitiva, la hice porque en su día tenía "muchas salidas laborales"?

Siempre he respondido ante algo o ante alguien. Lo hacía como algo natural y ahora con el tiempo veo que actuaba movida por mi falta de seguridad y mi deseo de aprobación.

Primero a mis padres, para que estuvieran orgullosos, a mis hermanas (porque como hermana mayor debía dar ejemplo y cuidarlas), luego hacia mis amigas, a mis profesores, a mis jefes, a mi pareja... y ahora con mi enfermedad a los médicos.

Y el otro día tuve una revelación dentro de mi, lo había trabajado ya con la psicóloga pero hasta que algo no te nace de las tripas es difícil modificar nada. Me dí cuenta de que ante la única persona que debía responder era hacía mi misma. ¿Parece una perogrullada, verdad? Pues en mi caso no lo es. Estaba agobiándome por no llegar, por hacer esto o aquello, por pensar más o menos y no soy perfecta, solo soy un ser humano en una condición mala como es el dolor crónico.

Toda mi vida he estado aprendiendo, buscando respuestas, indagando en temas, sospechando de muchas cosas porque me he querido enriquecer pero lo he hecho de fuera hacia dentro. Y ahora, con la lucha diaria que conlleva mantener el control mental para que el dolor no se haga el dueño de mi vida, sí, ahora "mangas verdes"  me he dado cuenta que he de trabajar desde el interior.

Debo justificarme solo ante mi misma porque soy la única que conoce la batalla que mantengo. Solo a mi, ni siquiera a ti, a ti ni a ti.

He de poner los anclajes necesarios para no romperme, para mantenerme lo más erguida que pueda cuando las cosas se ponen feas.

Esta entrada me ha costado mucho escribirla porque construir no es sencillo, pero estoy contenta de haberlo hecho. Quizá mi profesor llevaba razón, seguro que vio algo en mi que yo desconocía: El que a pesar de las dificultades y los problemas externos cogí la vida como un disparo a quemarropa, tal cual dijo Ortega y lentamente sin prisa he llegado a mi misma.

Me gustaría felicitaros las fiestas a todos. FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO 2018!