Paquita


Ayer Paquita no pudo más. El dolor crónico que sufre junto a la depresión y la soledad le hicieron lanzar un mensaje duro y ambiguo en el grupo de Facebook, en el que participo (INMEDO) sobre implantandos de neuroestimulador y dolor crónico, del que ya he hablado aquí.

Se despedía, pero claro a mi me asaltó la duda de si nos decía adiós en el grupo porque no iba a entrar más, o se iba para siempre de esta vida. Reconozco que me asusté pero también confieso que esos pensamientos los hemos tenido muchos del grupo.

Y aunque hoy como diría Sabina en una canción " el diario no habla de mi", los medios de comunicación no hablan de Paquita, he creído que le debía dedicar una entrada en mi humilde blog porque es un ejemplo de la cara y la cruz de la existencia.


Por un lado, Paquita estaba partida por la mitad por el dolor crónico que sufre, además la depresión no te hace pensar con claridad y todo se conforma en un círculo peligroso en el cual es difícil salir. Hablaba de la soledad que sufría. No tiene a nadie. Y es que en su caso, como en muchos otros, se junta el aislamiento al que llega el padeciente de dolor porque no puede llevar un ritmo de vida "normal" y la poca sensibilidad de la gente del entorno cercano de esta mujer que en sus comentarios en el foro siempre ofrece ayuda a los demás.

Sin embargo, el grupo se volcó con ella. Ese día llovía, después de mucho tiempo y esa agua tan valiosa también le cayó a ella en forma de mensajes de todos los que leímos su despedida. Encontramos razones para levantarla, nos olvidamos por unos momentos de nuestro propio sufrimiento y le dedicamos un tiempo a animarla, a arroparla...porque ella nos necesitaba y porque en definitiva todos éramos un poco Paquita.


Sé lo que es caminar por un alambre, caerte una y mil veces y volver a la senda.¿Por qué? Por todas las frases que le dijimos a Paquita. Porque el ser humano está programado para sobrevivir, porque siempre hay alguien que conocer, una canción nueva que nos emocione, un balcón al que asomarnos y respirar hondo admirando el paisaje....o algún sitio al que regresar, sentirse de nuevo vivo en actos nimios como maquillarse, caminar y salir al teatro por ejemplo o mirarse en unos ojos que nos quieren.

Pensando en ella, sentía mi dolor pero también vi que el suyo ese día lo llevábamos todos un poco, me ayudó a salir de mi, mirarme en ella y escribir esta entrada.


Resalto la cooperación y la empatía que sentimos por Paquita porque ella también lucha con los médicos, se siente incomprendida, le desborda el dolor diario, como a mí....como a todos los que estamos en esto.

Y sí, merece la pena esto que llamamos vida porque todavía los seres humanos tenemos tripas, corazón y ganas de ayudar.

Por ti, Paquita. No te vayas.

Comentarios

  1. Ayudar a otros nos ayuda, nos hace ver sus debilidades que también son las nuestras, al pensar qué le puedes decir o hacer para arroparle indirectamente te estás arropando a ti. Seguro que a Paquita le encanta este post tanto como a mí.

    Un abrazo,
    Una sufridora más

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    1. Muchas gracias, Verónica! Es muy cierto lo que dices. Un gran abrazo.

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